lunes, 22 de diciembre de 2014

Cuando nos hacemos mayores

Cuando éramos pequeños queríamos hacernos mayores lo antes posible. Veíamos a los adultos y nos parecía que su vida era fantástica. Cuando crecemos, vemos que no es así. Los adultos llevan una vida ajetreada. Ser adulto te hace más libre, pero te convierte en una persona más ocupada. Por otro lado, hacernos mayores significa que aumentan las responsabilidades. Siempre nos decían que algún día tendríamos que hacernos responsables de nuestras acciones, tendríamos que valernos por nosotros mismos y hacer frente a las decisiones. 
Sin embargo, había otras cosas que no nos contaban y que acabamos descubriendo nosotros mismos. Descubres la cruda realidad: que el dinero no crece en los árboles y que Papa Noel y los Reyes Magos muchas veces tenían problemas para poder traer los regalos desde el Polo Norte y Oriente. Que muchas veces no podemos clasificar a las personas como buenos y malos, sino que simplemente son personas con virtudes y defectos. Que se puede ser mucho más feliz que los personajes de las películas de Disney, pero que en la realidad también hay desgracias como las que vemos en los dramas. Que no todo es felicidad. Que el mundo no es como lo pintaron. Que la justicia muchas veces no cuenta con un héroe que la defienda. 
Vemos la realidad. Y vemos que nos han estado protegiendo de ella toda la vida. Han hecho de nuestra infancia un cuento de hadas. Nuestros padres nos han protegido. Nos han mantenido alejados de los problemas. Se los han guardado para ellos mismos, sin importar lo graves que fueran. Nos dieron la felicidad que muchas veces ellos no habían podido tener. 
Puede que al crecer la dura realidad nos de una bofetada. Pero, por lo menos en mi caso, ha hecho que tenga más claras las cosas (aunque no todas) y que descubra como son mis padres realmente. Son fuertes y valientes. Son los buenos que vencían a los villanos de los cuentos. De pequeña los veía como superheroes. Parecían saberlo todo y tener todas las respuestas, sabían que hacer en cada momento y podían con todo. Ahora he descubierto que no tienen todas las respuestas, y que hay cosas contra las que no pueden luchar. Sin embargo, los admiraba cuando era pequeña, y ahora que cada vez descubro más cosas sobre el mundo, ahora que he descubierto que son humanos, sigo admirándolos. Me siguen pareciendo increíbles, y siguen siendo los superheroes que me cuidan y me guían cuando estoy perdida. Posiblemente nunca lleguen a leer esto y es probable que esta entrada mal escrita no exprese todo lo que quiero decir. Pero aún así, papá, mamá, sois increíbles. Que nadie os diga lo contrario. Venced a los malos malísimos. 



 

sábado, 2 de agosto de 2014

Carta

Hola
Si estás leyendo esto probablemente te hayas rendido. No te culpo. La vida es dura. Y tu estas harta de intentarlo, ¿verdad? Normal. Para que intentarlo si no vas a conseguir nada. Seguro que ya te has olvidado de esos que se rieron de ti. O de esas veces en las que no has podido conseguir lo que querias por culpa de ese problemilla. ¿Y qué me dices de esas veces en las que te encerrabas en tu habitación y te aguantabas las ganas de llorar para no tener que contarle a nadie lo que te pasaba? ¿Tampoco te acuerdas de lo que te cabreaba tener que sonreírle al mundo cuando estabas gritando por dentro? 
Créeme, te digo todo esto por tu bien. Sabes que te quiero. Pero no puedes seguir así. Te dices que no te pasa nada, luego admites que tienes un problema pero dices ''ya lo solucionaré'', luego dices ''ya se solucionará'', al final te olvidas hasta que un día te explota en la cara. Entonces llega la ira, las ganas de luchar y de ser mejor. Comienzas a intentar solucionarlo todo, luchas. Pero poco a poco, a medida que parece que las cosas están bien lo vas dejando. Y el proceso se repite de nuevo. 
No dejes que se repite. Continúa luchando hasta que estés agotada. Hasta que no puedas más. Puede que no se solucione. Puede que sí. Puede que lo consigas. Lo importante será que lo habrás intentado. Nadie podrá decir que no querías, que no hiciste lo que pudiste. Tú no podrás decírtelo a tí mismo.
Espero que lo consigas. Dependo de ello. 
Tu futuro yo. 

lunes, 28 de julio de 2014

¿Intentofobia?


La escritora entró en su habitación oscura y encendió la luz. Fue entonces cuando vio lo que más miedo le daba: un cuaderno abierto con un bolígrafo al lado. Entonces huyó y se atrincheró en su salón. Y no se le ocurrió otra cosa que encender la pantalla de su ordenador para ver si algún usuario sabía como vencer ese miedo (in Google we trust). Pero lo que encontró la aterrorizó aún más: una página de word abierta, en blanco, con una única palabra escrita ''Capítulo 1''. 

Dicen que hay fobias raras, como esa que consiste en el miedo a que en algún lugar un pato te esté observando (cada uno con los suyo), pues bien, creo que yo tengo otra. Me da miedo escribir. Simplemente pienso en como sigue la historia. Y la verdad es que no me cuesta tanto pensarlo, pero a la hora de escribir simplemente busco una excusa para librarme de escribir y terminar lo que estoy escribiendo (mi reto de este verano), y luego me arrepiento de no haber escrito. Es una tontería. ¿Qué puede pasar por escribir? SI no te gusta lo borras y ya está, ¿no? Pero simplemente no me quiero arriesgar. No quiero arriesgarme a intentarlo y que al final resulte que he perdido el tiempo y que las cosas han salido mal. Que no sirvo para ello.
¿Os suena de algo? ¿Alguna vez habeis dejado de hacer algo por miedo a no conseguirlo? Que tontería ¿no? Intentarlo ya es algo. Deberíamos intentar cosas más a menudo. No dejar que nuestros sueños se pierdan. Intentándolo ya consigues parte de lo que te proponías. 
¿Y si no hay ningún pato observándonos? No dejeis que el miedo os pare.


Vuelvo de nuevo con mis tonterías y con estas entradas raras. Como veis esta entrada además tiene dosis extra de cursilería. Os he echado de menos. Espero poder escribir más este verano. Lo intentaré.
PD: creo que en esta entrada me he dejado algunas cosas en el tintero. Puede que algún dia la mejore.